Mediodía del domingo y por fin llegaba la aventura que marcaría el nuevo comienzo. Al abordar el avión Sky Airline con rumbo a Mendoza, el alto calor e incómoda mascarilla convertían esos 45 minutos de vuelo en una gran laguna de ansiedad y taquicardia por lo que se venía sin retorno. Descender del avión y enfrentar la humedad mendocina era el primer acercamiento a los muchos kilómetros que Sudamérica tendría para nosotros. Entre el resultado pcr, seguro médico, esquema de vacunación y declaración jurada, solo faltaba entregar mi currículum en la ventanilla de migraciones. Si bien el ingreso fue bastante relajado, tener una carpeta con este tipo de documentos nos recordaba que la pandemia covid 19 seguiría presente por un buen rato más. Luego de unos 20 minutos de viaje en remis hacia el alojamiento ya notaba los cambios del otro lado de la cordillera, sin cerros ni cordones montañosos, el plátano oriental tomaba protagonismo en grandes extensiones. Al llegar al apartamento de Fernanda (en Arístides Villanueva), se sentía la primera parada internacional de ruta continental.
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